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¿Puedes permitirte un socio disidente en tu startup? Cuatro claves para evitarlo.
Resulta obvio que a ninguna sociedad le conviene un socio disidente, entendiendo por tal aquel que está en contra del resto (o de la mayoría) y consecuentemente dificulta la adopción de acuerdos o, si tiene un porcentaje de participación suficiente, incluso los bloquea.
Pero si bien tal inconveniente puede ser gestionado de distintas maneras en una sociedad «convencional» para procurar que interfiera lo menos posible en el día a día, en una startup el problema adquiere una dimensión mucho mayor dada la vocación de esta última de ser participada por socios financieros.
Si un business angel o una sociedad de capital riesgo advierte la existencia de desacuerdos entre los socios de la sociedad en la que está planteándose invertir, su reacción previsible será abandonar el proyecto sin más reflexión al respecto. Y ciertamente, esa reacción es perfectamente comprensible: si ya es difícil alcanzar el éxito en un proyecto empresarial en el que todos los socios caminan de la mano, no cuesta entender que los desacuerdos entre ellos son la mejor forma de garantizar el fracaso.